En una charla que participé hace un par de semanas con dueños de comercios y pequeñas Pymes industriales y de servicios de Villa Crespo, me impactó la frase que tiró sobre la mesa uno de los comerciantes presentes. “Nos bancamos todo. Nos bancamos el tarifazo terrible también. Lo que no podemos soportar es la baja de consumo”. Sintetizó así -en una frase- la situación angustiante de alguien que se siente de frente al precipicio, sin posibilidad de frenar y destinado a caer en el mismo. Las tarifas, los alquileres, la competencia de los insumos y productos importados; todo lo tienen con la soga al cuello. La falta de ventas, la falta de consumo interno es una patada al banquito sobre el cual hace temblorosamente equilibrio.
Hace un poco más de un mes participé (invitado por Sopa de Letras, una de las decenas de organizaciones sociales que lo llevaron adelante) de la presentación de las conclusiones del “Primer Censo Popular de Personas en Situación de Calle” realizado en la ciudad de Buenos Aires. Este censo lo han realizado debido a las serias deficiencias existentes en las acciones realizadas por el Gobierno de la CABA (entre ellas el relevamiento de cantidad de personas en situación de calle). Desde el Gobierno pretenden invisibilizar su existencia y aquellos que vivimos en la ciudad hemos visto el aumento de personas en situación de calle en diversos lugares de la ciudad. En este censo no solo se obtiene una cifra sino también datos cualitativos. Entre los estigmas construidos alrededor de las personas en situación de calle, está aquel que sostiene que “quienes están en situación de calle son todos vagos, no quieren trabajar”. Es interesante analizar qué dice de ello este censo. Hablando de las personas entrevistadas, sostienen “Que sólo un 5% cuente con algún tipo de ingreso fijo no es sinónimo de que el resto no quiera hacerlo. De hecho, el 61% de las personas encuestadas piensa que lo que lo que haría que dejen de estar en situación de calle es tener un trabajo, o incluso que mejoren las condiciones de las actividades que realizan para la subsistencia.” Sabemos que hay trabajos que proporcionan ingresos que no permiten superar la línea de pobreza, pero un trabajo es la clave para alcanzar los niveles de consumo necesarios para una vida digna, para cubrir las necesidades básicas.
Estos dos breves relatos son las dos caras de la misma moneda. Caen las Pymes y cae el trabajo. Las Pymes sostienen –según la fuente que analicemos- entre el 70 y 80 % del trabajo nacional. Sin trabajo, sin sueldos, sin ingresos; no hay consumo. Sin él no se puede cubrir las necesidades básicas –entre otras- de vivienda, servicios públicos domiciliarios, alimentación, vestimenta, salud y educación. Como se notará, no estamos hablando del consumismo, sino de que cada uno o cada grupo familiar pueda cubrir sus necesidades básicas con sus propios ingresos, concibiendo al acceso al consumo y al consumo como un derecho humano básico.
En este tiempo, no encontramos acciones efectivas -realizada por el gobierno nacional- de protección del consumo y de consumo de productos nacionales, productos pymes y productos cooperativos. Programas que buscaban cumplir con estos objetivos, como “Precios Cuidados”, la “Red Comprar” y “Ahora 12” han desaparecido o sólo tienen una vigencia formal. Sin estas acciones, sin programas eficientes de protección del consumo; seguirán cerrando comercios e industrias pymes, cada vez habrá menos trabajo y la pobreza e indigencia seguirá aumentando como sucede desde que asumió el actual gobierno nacional.
El presente, autoria del Dr. Claudio Daniel Boada, fue publicado en BAE Negocios el lunes 18 de Septiembre de 2017.
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